El poder del trabajo social en tiempos de disputa

Este sábado, una vez más, la comunidad eligió. Y aunque el número de votantes no fue masivo, la participación ciudadana fue significativa: no solo por lo que representa en términos institucionales, sino por lo que revela en el plano simbólico. El oficialismo de la Cooperativa de Servicios Públicos de Anisacate revalidó su liderazgo, y el motivo de fondo merece ser analizado.

La victoria no se explica únicamente por la correcta administración de los servicios o la transparencia en la gestión económica, logros reconocidos incluso por el propio Ministerio de Cooperativas de la provincia. La clave de esta consolidación tiene nombre y apellido: Fabian Alfaro y Ale Caminos, y con ellos, el enorme equipo del área social que supo recorrer cada rincón del territorio.

Porque donde no llegaban las boletas, llegaban ellos. Donde el servicio era tangible, pero el vínculo humano no, ahí estaba ese “trabajo de hormiga” que hoy da frutos. El área social no solo tendió redes de contención, sino que transformó la percepción de una cooperativa que alguna vez fue mirada con desconfianza. En silencio, con constancia y sin estridencias, Fabian construyó un nuevo paradigma de cercanía y participación, que se convirtió en la base emocional del triunfo.

Esto se da en contraposición con otras formas de hacer política. La llegada, por ejemplo. de la intendente de Anisacate al escenario cooperativo fue, desde sus primeras declaraciones, estratégica: “sanear la deuda” de la municipalidad con la cooperativa fue el eufemismo que escondía una intención más profunda, y quizás más preocupante: la de controlar la caja sin pasar por los consensos comunitarios.

Una porción de vecinos genuinamente deseaba un cambio. Es cierto. Pero otra parte de la oposición fue impulsada por lógicas externas, por actores que no entienden ni respetan el entramado que sostiene a esta cooperativa: el esfuerzo, la transparencia, el compromiso cotidiano. La política de los paracaídas siempre subestima el valor de lo construido desde abajo.

Hoy, la cooperativa invita a participar, a fiscalizar, a debatir en asambleas. Y eso no es una muestra de debilidad, sino todo lo contrario: es el síntoma de una gestión que no le teme a la ciudadanía. Porque quienes construyen desde el territorio, no necesitan esconderse tras un árbol, ni disfrazarse de salvadores de último momento.

El oficialismo ganó. Pero más importante aún: ganó el sentido de comunidad. Y eso, en tiempos como estos, es mucho más que una victoria.

Contundente respaldo a la Lista de Renovación Cooperativa en las elecciones distritales de la Cooperativa de Anisacate – Mi Valle