La integración en las escuelas es un deseo con poca realidad. El ENSAG apartó a un alumno sordo porque se excedió en las faltas.
Bautista es alumno de cuarto año de la Escuela Normal Superior de Alta Gracia, y hoy es protagonista de un caso llamativo por varios puntos, pero sobre todo porque fue alejado de cumplir con su escolaridad.
Las familias que conocen día a día las vicisitudes de tener un hijo o hija integrado en una escuela, seguramente no le sorprende la situación. El sistema educativo no cuenta con una estructura aceitada y horizontal para acompañar estas realidades y solo se sostiene por la predisposición junto al compromiso de algunos directivos o docentes.

Carol Maldonado, mamá de “Bauti” como ella se presenta, busca que se conozca la situación que los atraviesa, “Soy una mama que me ocupé siempre, por algo está en cuarto año, la escuela no acompaño a mi hijo, que hagan cosas para que él se sienta bien, que lo integren a la sociedad”. Su hijo es sordo y tiene TEA, trastorno de espectro autista, esto genera un tiempo diferente de aprendizaje, desde cosas simples como el significado de algunas fechas particulares, “cumpleaños, festividades, etc” al mismo tiempo que incorporar aprendizajes más complejos como leer y escribir.
“Él necesita asistir y rodearse de sus pares, él aprendió a leer a los 12 años”, esto remarca Carol, reflejando la importancia de mantener su espacio, convivir con sus mismos compañeros, lamentablemente “Bauti” superó las 33 faltas y esto utilizó como justificativo el ENSAG para apartarlo de su lugar y buscarle otro colegio. “Le están buscando otro lugar para evadir la responsabilidad y sacárselo de encima”.
Mi Valle: ¿Cuándo te enteraste de la situación, que dialogo tuviste con la escuela?
CM: Pedí que rindiera las 12 materias libres, íbamos a poner maestras para que pueda hacerlo. Esta semana le pedí que me manden todo y el preceptor me bloqueo directamente y lo sacaron a mi hijo de todos los grupos escolares.
MV ¿Cómo es Bautista?
CM: Sabe cada fecha y que es cada cosa, me costó mucho, pero como mama me siento orgullosa, es muy buen cheff. Le pedí a la escuela que hagan cosas visuales, que lo incorporen de otra forma, ¿dónde está el acompañamiento?, él nunca lo tuvo. Me entero de que no tiene maestra integradora.
MV: ¿Sentís que tu hijo está siendo discriminado?
CM: Siento que mi hijo fue totalmente discriminado, sobre todo por el preceptor, hasta por algunos padres, hasta a uno lo siguió para chocarlo con el auto. No hacen jornadas y actividades para integrarlo, que él cuente lo que sabe.
MV: ¿Cuál es tu deseo, tu objetivo?
CM: Necesito que él vuelva a la escuela, que se integre a la sociedad, una vez que se integró no puede pasar lo que está pasando. Sus compañeros, su mochila, se maneja solo en el trasporte. Hice treinta y seis barbijos inclusivos, jamás los utilizo la escuela, le pido a dios que mi hijo sea incluido a la sociedad.
Mi Valle se puso en contacto con instituciones de la ciudad de Alta Gracia, donde profesionales brindaron la misma mirada, “El ENSAG tiene un grave problema para llevar adelante políticas de inclusión, es recurrente este diálogo entre acompañantes y docentes de educación especial”, algo paradójico porque comparte edificio con el Profesorado de Educación Especial, al mismo tiempo que su directora, la Profesora Maria Andrea Camisassa, es docente del profesorado, brindando la materia de Pedagogía.
Es difícil pensar que esta realidad no sea más cruda en otras instituciones, donde los docentes formados muchas veces son la única herramienta de inclusión entre el niño y las instituciones.