Sobre los psicópatas y su conducta delictiva

Hace unos días la justicia de Córdoba condenó nuevamente a prisión perpetua al homicida múltiple Roberto José Carmona, conocido en Córdoba por el asesinato en enero de 1986 de la joven Gabriela Ceppi. La Cámara 8a del Crimen, tribunal integrado con jurados populares, lo declaró penalmente responsable de los delitos de evasión, robo calificado por uso de arma y homicidio doblemente calificado en el año 2022 del taxista Javier Rodrigo Bocalón. En el veredicto, se sumó a la pena impuesta la declaración de reincidencia por sexta vez.

El comportamiento criminal de este homicida y las características psicopáticas de su personalidad, llevaron a que los medios de comunicación y redes sociales se inundaran de comentarios y opiniones sobre los psicópatas, los asesinos seriales, los tratamientos para su cura o internación, si son penalmente imputables, etc. Y como suele suceder durante el transcurso de un campeonato de fútbol, donde todos se creen directores técnicos, o durante el rally cuando todos se sienten corredores expertos, este tema no fue la excepción y es mucho lo que se ha dicho y escrito.

Como aporte conceptual sobre la temática, y de la manera más sencilla posible, podemos decir que la psicopatía o personalidad psicopática es un trastorno antisocial de la personalidad, que se caracteriza entre otros aspectos por la imposibilidad que tiene el psicópata de sentir empatía, angustia o algún grado de culpa o remordimiento, ya que “interactúan con las demás personas como si fuesen cualquier otro objeto”, utilizándolas con el único fin de satisfacer sus propios intereses.

Los rasgos y sintomatología del psicópata han sido extensamente descriptos por numerosos autores, algunos de los cuales coinciden en mencionar que son cinco los términos sintomáticos de la personalidad psicopática: Enafectividad (desde niño se observa un desapego y un carácter disimulado, no manifiestan inclinación ni comprenden el afecto que se les brinda, con marcada frialdad emocional), Amoralidad (son insensibles moralmente, falta el juicio moral y la noción de ética), Inadaptabilidad (son crueles, con clara tendencia a lo delictivo y a no respetar las jerarquías. Se molestan con las autoridades y desde niños no respetan ni se adaptan a los reglamentos escolares), Impulsividad e Incorregibilidad (son claramente insensibles al castigo o al premio, por eso son incorregibles).

Ya en el siglo XIX los especialistas en psiquiatría definían a los psicópatas como “alguien que está loco pero que no delira”, una especie de “locura moral” donde lo que aparece es una perversión mórbida de los sentimientos naturales, los afectos, las inclinaciones, el temperamento, las disposiciones morales y los impulsos naturales. Son “locos morales” pero entienden claramente la diferencia entre lo que está bien y lo que está mal, por lo que son jurídicamente imputables ya que comprenden “la criminalidad del acto y pueden dirigir sus acciones”. Como dice el reconocido experto español, Vicente Garrido Genovés, el psicópata es “alguien que desafía a todos, que quiere hacer lo que desea a toda costa, sin que importen la vida o la felicidad de quienes se ven afectados por sus actos”. El psicópata disfruta haciendo lo que hace.

Queda claro que no todo psicópata es un delincuente, no todos delinquen ni van a causar un mal o daño, la gran mayoría se mantienen ocultos o en las sombras, ya que han podido “camuflarse” sin que sean detectados, pero están ahí, actuando con particular inteligencia y engaños, manipulando con falsedad y gran encanto superficial. Además, son narcisistas, egocéntricos, insensibles en sus relaciones interpersonales, con tendencia a mentir de forma patológica, con falta de metas realistas y una gran actitud impulsiva. La mayoría de los psicópatas son varones, en una proporción aproximada de 7 a 1, pero hay psicópatas mujeres e inclusive, asesinas seriales.

Como antecedentes biográficos en muchos psicópatas se advierte carencia de límites en su primera infancia, figura paterna débil o ausente, inconvenientes varios en los ámbitos educativos, maltrato a niños menores, tortura y muertes a animales en la niñez y adolescencia, relaciones inestables y temporales, falta de constancia y una permanente actitud de responsabilizar y culpar a los demás por sus actos.

A la pregunta sobre si el psicópata nace o se hace, se puede responder que se trata de una combinación de ambas opciones ya que el ambiente por ejemplo con violencia, maltrato, marginalidad y abandono puede influir en el desarrollo del trastorno, pero también se ha demostrado en diversos estudios, que existe un importante peso genético.

Hay consenso en reconocer que la psicopatía tiene raíces biológicas, una predisposición que pasa por “un sistema nervioso que no acaba de funcionar bien”.  Esto ayudaría a entender porqué no todas las víctimas de malos tratos o violencia en la niñez, al crecer o convertirse en adultos, repiten en otros la violencia que ellos padecieron. La Criminología también nos enseña que hay personas que, habiendo nacido en buenos ambientes, con educación y posición acomodada, pueden también inclinarse hacia la violencia y el delito.

El especialista en psicopatía, Robert Hare, ha definido al psicópata como un “depredador de su propia especie que emplea el encanto personal, la manipulación, la intimidación y la violencia para controlar a los demás y para satisfacer sus propias necesidades egoístas”.

Considerando la innegable relación que existe entre la violencia y la psicopatía, resulta muy importante el diagnóstico de este trastorno tanto en el campo clínico como en lo jurídico, forense y penitenciario, como también su detección temprana en otros ámbitos como el laboral y el educativo, para la evaluación y prevención del riesgo de futuras conductas violentas.-

Por Eduardo Castillo Páez

Abogado. Criminólogo y Diplomado en Derecho Penal, Ciencias Forenses y Perfilación Criminal