Sobre las asesinas seriales

Nota de opinión escrita por Eduardo Castillo Páez, Abogado, Criminólogo, Diplomado en Derecho Penal, Ciencias Forenses y Perfilación Criminal

A raíz del juicio que se está llevando a cabo en la ciudad de Córdoba por la muerte de bebés en el Hospital Neonatal, hemos recibido muchas consultas sobre si existen antecedentes de mujeres “asesinas seriales” y cuáles son sus principales características o modalidades delictivas.

En primer término, hay que considerar que la criminalidad femenina no ha sido materia de estudio principal en las investigaciones llevadas a cabo por la Criminología, ya que los estudios se han dedicado a analizar preferentemente lo relativo a la criminalidad masculina. Si bien estadísticamente no cabe duda que la delincuencia cometida por hombres es mucho más elevada que la femenina, algunos autores sostienen que es porque las características y modus operandi de la criminalidad masculina le han resultado a los especialistas más interesantes para el análisis e investigación criminológica.

Pese a ese desinterés, a finales del siglo XIX empiezan a producirse los primeros estudios sobre la delincuencia femenina, especialmente aquellos que hacían referencia a la influencia del género en la conducta criminal de las mujeres. Posteriormente, distintas teorías históricas y estudios de craneometría trataron también de encontrar explicaciones científicas y pseudocientíficas a la problemática de la delincuencia femenina. Con Cesare Lombroso luego, surgen las teorías antropológicas que tratan de explicar la criminalidad femenina, analizando la presencia de particulares “diferencias antropométricas entre la mujer delincuente y la no delincuente”. Otras tantas teorías, incluyendo las corrientes del psicoanálisis de Freud hasta las razones psicológicas de autores como Otto Pollak, y también las denominadas teorías sociales, intentaron explicar, sin mayor éxito, la delincuencia en general y la criminalidad femenina en particular.

Se define como asesino en serie (o asesino serial), al que mata a dos o más personas en diferentes momentos temporales (período de enfriamiento) entre un crimen y otro, de modo tal que los hechos puedan ser considerados como totalmente independientes. Esto diferencia a los asesinos en serie de los asesinos en masa, donde los crímenes son cometidos en un mismo lugar y momento temporal.

Es muy poco lo que se ha profundizado sobre las asesinas en serie ya que el interés criminológico siguió haciendo hincapié en los asesinos en serie masculinos, principalmente en el análisis de las situaciones de traumas infantiles, sus rasgos psicopatológicos, el abuso de diferentes sustancias, las motivaciones del crimen, las firmas, los rituales, etc. La clásica tipología propuesta por Ressler, Burguess y Couglass que diferencia entre asesinos “organizados” y “desorganizados”, no sería aplicable a las asesinas seriales ya que la clasificación adecuada para las mismas sería “si la mujer actúa sola o, si por el contrario, actúa acompañada” (Michael y C. Kelleher).

Hay coincidencia en los autores en señalar que las asesinas en serie que actúan solas son a menudo muy cuidadosas, adaptadas socialmente y organizadas, atacan a sus víctimas en sus casas o lugares de trabajo, y provocan la muerte generalmente por envenenamiento, una inyección letal o por sofocación. Por su parte, las mujeres que actúan en compañía tienden a ser más jóvenes, agresivas y desorganizadas, atacan a sus víctimas en diversos lugares utilizando armas de fuego, armas blancas o elementos de tortura como cables o dispositivos eléctricos.

Considerando la clasificación mencionada (sola o acompañada), se ha categorizado a las asesinas seriales en nueve tipologías: Asesinas por venganza, asesinas en grupo, predadoras sexuales, homicidio inexplicado, problemas de locura, viuda negra, por ganancia o lucro, ángel de la muerte y crímenes sin resolver.

Mediante el perfil criminológico, técnica con la que se describe el comportamiento criminal y sus principales características, se pueden establecer “fundamentos estadísticos que permiten estructurar grupos relativamente homogéneos de sujetos que cometen actividades criminales, con la finalidad última de ayudar a la investigación o bien facilitar pruebas inculpatorias en un proceso judicial” (Ovejero Bernal, Universidad de Salamanca).

Al elaborar un perfil criminológico general de cada tipología delictiva se puede establecer, por ejemplo, que las “asesinas por ganancia o lucro” son mujeres de entre 39 y 44 años, casadas o divorciadas, coeficiente intelectual como la media poblacional o por encima, y matan a sus víctimas por estrangulamiento o con veneno (arsénico, insecticidas, algunos medicamentos, etc.). En nuestro país, un ejemplo de esta tipología fue María de las Mercedes Bolla Aponte de Murano, conocida como “Yiya Murano, la envenenadora de Monserrat”, que estafó y envenenó con cianuro a dos amigas y una prima, en 1979 en Buenos Aires.

De la tipología conocida como “ángel de la muerte” se ha establecido que son mujeres mayores de 25 años, generalmente solteras, coeficiente intelectual similar a la media poblacional, personalidad de tipo narcisista, antisocial e histriónico, son enfermeras o cuidadoras de personas mayores o con discapacidad, y matan por envenenamiento con sustancias como el cloruro de potasio, insulina, digoxina, succinilcolina, etc.

En esta tipología de asesinas seriales se han registrado en todo el mundo numerosos casos donde resultaron víctimas bebés o niños pequeños, como el caso de Genene Jones, enfermera pediátrica de Texas, EE.UU. que durante los años 70 y 80 envenenó aproximadamente a 60 bebés y niños administrándoles succinilcolina y digoxina. En Reino Unido, en 1991 la enfermera Beverley Allitt envenenó a cuatro niños inyectándoles insulina y potasio, y al intentar asesinar con igual procedimiento a otros, dejó varios niños con graves lesiones y secuelas en su salud. También en Reino Unido, la enfermera Lucy Letby fue condenada en 2023 por asesinar a siete bebés e intentar matar a otros seis, inyectando insulina y aire a los recién nacidos.

En el análisis criminológico, las asesinas seriales de la tipología “ángel de la muerte” muestran un perfil recurrente con respecto a sus conocimientos médicos y el fácil acceso a los fármacos letales, la motivación de ejercer control y poder sobre la vida y la muerte, la selección de víctimas muy vulnerables, y finalmente, la falta absoluta de empatía, ya que no solo no sienten ningún tipo de culpa y remordimiento, sino que llegan a justificar sus acciones criminales con diversos argumentos. Como dice Abeijón “fingen ser almas caritativas y sacrificadas por el bienestar de los demás”, pero en realidad, son frías, calculadoras, precisas, metódicas… extremadamente peligrosas.

Por lo tanto, es innegable que hay que hacer hincapié en la prevención de estas conductas criminales, lo que requiere controles más estrictos en los hospitales y centros sanitarios, una rigurosa vigilancia en el manejo de los medicamentos y una mayor supervisión en los casos de muertes sospechosas.-

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