Participación electoral en descenso y sus riesgos

Este domingo en la elección para intendente, Alta Gracia volvió a tener la misma cantidad de votantes que en el año 2011.

A la hora de reflexionar sobre democracia y participación, los datos fríos de un resultado electoral pueden decir mucho. Pero cuando la concurrencia a las urnas es la más baja de la historia de este último período democrático, como fue el caso de la elección a intendente en Alta Gracia, el dato no debe ser indiferente a quienes tienen la responsabilidad de establecer la sintonía adecuada entre representantes y representados.

Apenas el 56,4% de los vecinos decidieron participar de este acto eleccionario local, en tanto que el resto, es decir 20.000 conciudadanos no encontraron incentivos o tuvieron una causa justificada para no ejercer el derecho/obligación de sufragar.

Esta abrupta caída, contrasta con el 70% promedio de afluencia que se daban en las elecciones desde el 2007. No obstante, ya se comenzó a evidenciar este declive en la elección municipal del 2019, donde el número de sufragantes apenas pasaron el 66% del padrón electoral.

Hasta aquí, una forma de ver este dato de la realidad, que de por sí es llamativo y preocupante, ya que el sistema de gobierno democrático se sustenta en la legitimidad que confiere el voto de la mayor cantidad de ciudadanos que se involucran en el acto eleccionario.

Ahora bien, si contextualizamos en el tiempo la cantidad de concurrentes a las urnas del pasado domingo, para saber en qué período electoral tuvimos similar número de votos, debemos remontarnos a la elección para Intendente del año 2011. En ese año votaron 26.513 vecinos, más de los 26.022 sufragantes de esta última elección.

Esta involución en la participación, que nos retrotrae a más de una década, no sólo es un retroceso en nuestra vida política, sino que, de agudizarse, estaríamos dejando la posibilidad de que otros elijan por nosotros.

Si bien este fenómeno no es exclusivo de nuestra ciudad, sería recomendable que nuestra dirigencia y sociedad no se ampare en el conocido refrán “mal de muchos…”.

Por: Juan Manuel Saieg, empresario, ex-viceintendente, Lic. Ciencia Política.