Por Eduardo Castillo Páez, Abogado, Criminólogo y Diplomado en Derecho Penal, Ciencias Forenses y Perfilación Criminal.
Según un estudio realizado por la ONG “Bullying sin Fronteras”, los casos de bullying y otros maltratos en entornos escolares siguen en aumento, confirmándose que siete de cada diez niñas, niños y adolescentes sufren algún tipo de acoso y ciberacoso. Como consecuencia directa de dichos comportamientos, los niños encuestados expresaron el miedo que sienten de ir a la escuela y ser nuevamente víctimas de ese constante acoso e inclusive violencia física, por parte de uno o varios de sus compañeros. Más preocupante aun, muchos manifestaron que por el acoso que padecen, las peleas y sus problemas familiares se han sentido muy deprimidos, pensando en autolesionarse y con “ideas de muerte”. Por eso, es muy importante poder detectar estos casos a tiempo y hacer una efectiva prevención.
Es innegable que todo lo que se refiere al suicidio es de una sensibilidad especial, mucho más si se trata de niñas, niños y adolescentes, pero es imposible trabajar en cualquier tipo de prevención si no partimos de reconocer que es parte de nuestra realidad. En este sentido, se ha difundido que en nuestro país el suicidio es el segundo motivo de muerte en los adolescentes y jóvenes de entre 15 y 29 años, después de los accidentes, como los de tránsito y las lesiones no intencionales. Además, los especialistas han destacado una considerable baja en la edad de quienes evidencian “ideación e intentos concretos de suicidio”, en especial desde la pandemia y la explosión de las redes sociales.
La adolescencia es la etapa de los grandes cambios, sean físicos, emocionales y sociales como también cerebrales, y por eso quienes la transitan son sumamente susceptibles a resultar afectados por todos los factores de su entorno, de ahí la necesidad de poder detectar esas señales de alerta que podrían estar indicando la existencia de riesgo o pensamientos suicidas. Según la psicología, hay tres ejes que requieren especial atención, “el percibir que el adolescente se vivencia solo, que siente que tiene un problema que no se va a resolver y que nadie lo va a entender”.
Considerando la importancia de esos tres ejes, se deben planificar espacios de escucha para que el adolescente no se sienta en soledad, sin nadie que lo escuche, entienda y apoye, frente a ese problema que lo supera y no puede resolver. En ese espacio de escucha se le brinda al adolescente la contención y acompañamiento que está necesitando, con una actitud cálida, empática y principalmente, sin juicios ni cuestionamientos de ningún tipo.
Pensando en la necesidad de un espacio de escucha que les resulte confiable y de fácil acceso, se han creado algunas plataformas o apps para que los adolescentes informen sobre casos de bullying, ideas de muerte y depresión. Una de las primeras en difundirse se llama “Qaizen” y fue creada en diciembre de 2022 por tres alumnos de un colegio secundario de Mendoza cuando una compañera de curso intentó suicidarse. En la actualidad, la herramienta se utiliza en seis escuelas mendocinas, con planes de extenderse a otras instituciones que quieran sumarse a esta nueva opción de un espacio de escucha “privado y seguro”.
Más allá de los espacios de escucha, sean presenciales o virtuales, es imprescindible que los familiares, docentes y todo personal en contacto con niños y adolescentes en espacios educativos o similares como clubes, academias, etc. estén en constante alerta para ir detectando esas señales, como cambios bruscos en la conducta o el ánimo, que se anticipan a esta problemática social que nos atraviesa. No se trata de hacer un diagnóstico ni tener conocimientos especiales, se trata de detectar ese “dolor interno” que los aqueja para poder acompañarlos y ayudarlos, si corresponde, para acceder a un equipo de salud mental que les brinde una evaluación e intervención adecuadas.
La Ley 27.130, sobre la prevención del suicidio, establece como objetivo principal el tratamiento interdisciplinario e interinstitucional de la problemática del suicidio, determinando que en los casos de niñas, niños y adolescentes deben buscarse los medios necesarios para preservar, restituir los derechos vulnerados y reparar sus consecuencias. De igual manera se establece la obligatoriedad de la inmediata comunicación a la Secretaría Nacional de Niñez, Adolescencia y Familia, y la confidencialidad que deberán respetar todas las personas que hayan tomado contacto o conocimiento de un paciente que haya intentado suicidarse.
Con respecto a la necesaria capacitación, la ley establece en su artículo 15 que se incluirá un “programa de formación a los trabajadores de la salud, educación, seguridad, justicia y contextos de encierro en las distintas áreas de prevención asistencial y posvención diseñando un espacio de capacitación continuo”.
Lamentablemente, muchas previsiones de nuestras leyes, en especial en lo que a salud mental se refiere, no se concretan en la práctica y solo son un ejemplo más de letra muerta.-
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