Crecen las ocupaciones en el camino entre Alta Gracia y La Paisanita: más de 90 familias en terrenos fiscales

A pocos kilómetros de Alta Gracia, una realidad se expande en silencio: más de 90 familias —en su mayoría oriundas de la ciudad— han ocupado terrenos en la zona del cerro y la cantera, sobreviviendo sin servicios básicos, con viviendas precarias y una esperanza que se construye a mano.

“No tenemos agua potable. La que usamos viene del río, sirve para bañarse, pero para tomar hay que ir a buscar bidones a la plaza”, cuenta a MI Valle José, uno de los vecinos que vive con su familia desde hace más de un año en un lote sin regularizar. La casita que levantaron —como la mayoría— fue construida con esfuerzo propio, sin herramientas, sin luz, y con las manos.

La situación en el camino que une Alta Gracia con La Paisanita se ha agravado en los últimos meses. La falta de acceso a la vivienda formal, los alquileres elevados y la creciente necesidad, han llevado a decenas de familias de Alta Gracia a instalarse en terrenos fiscales o abandonados, en condiciones sumamente precarias.

Raúl González vive allí desde hace tiempo. “En total ya somos 93 familias, con 160 niños. La mayoría somos de Alta Gracia. Solo dos familias vinieron de otras provincias. No hay agua potable, no hay recolección de basura, no hay energía eléctrica segura. Todo se sostiene con changas y voluntad”, describe.

Raúl también señala que la mayoría de quienes viven allí son mujeres con hijos, que se organizan entre ellas para mantener el lugar. “La policía pasa cada hora. Tratamos de cuidarnos, pero la situación no da para más. Esto no debería ser resuelto por los vecinos, sino por los gobiernos”.

Si bien algunas autoridades han recorrido el lugar —entre ellas el intendente de Alta Gracia y funcionarios— esperan que en algún momento puedan llegar soluciones a este improvisado caserío. “Vinieron, vieron cómo vivimos, prometieron que van a hacer las gestiones para que podamos tener luz y agua. Nos pidieron paciencia”, dice José, resignado pero esperanzado.

El lugar que ocupan se extiende desde el sector conocido como “los hornos” hasta las vías del tren. Hay terrenos ya delimitados —15 por 20 metros— y un ordenamiento precario entre vecinos. Pero también se evidencian límites: “Ya no queda más espacio. Todo está ocupado. Solo queda la cantera y una reserva natural donde no se puede construir”, explica Raúl, quien además dice haber sido designado como cuidador de esa área por Obras Públicas de la Nación.

Si bien la preocupación cobija a quienes están viviendo de esa manera, también llega a vecinos no solo de Alta Gracia sino también de La Paisanita, quienes ya vislumbran sus dudas sobre la organización del caserío ante las autoridades pidiendo respuestas. Lo cierto es que se trata de una zona que es de ámbito nacional pero jurisdiccionalmente en la ciudad del Tajamar.

Una postal urgente
En pleno invierno, sin calefacción, sin agua potable y sin electricidad segura, las familias de esta ocupación improvisada sostienen sus días con solidaridad y esfuerzo. La situación crece, la urgencia también. Día a día a ocupación avanza. Es que…como dice Raúl: “Si pagás el alquiler, no comés. Así de simple”.