Opinión. Por Andrés H. Paladino, Abogado M.P. 1-42287 e Inst. de Tiro M.P. 6222.
Elegí el título de esta breve nota como “carne de cañón” en alusión al significado de la mencionada frase, la cual podemos entender como un término despectivo que se usaba en la época de la campaña para exponer a tropas de baja jerarquía al fuego enemigo, conociendo sus superiores que enviaban al frente a gente con poca experiencia en combate y contemplando las posibles bajas sin mayores miramientos.
En este caso la “carne de cañón” son los aspirantes y cadetes de la Policía de Córdoba que pretende el gobierno actual encabezado por el Sr. Gobernador y su ministro de Seguridad de forma totalmente improvisada, sacar a la calle al personal mencionado, el cual no goza de estado policial todavía. Esta maniobra temeraria y despojada de todo sentido común pretende que los estudiantes de la noble carrera policial queden expuestos en la vía pública, de uniforme de combate policial y provistos de armamento neumático, en este caso pistolas Byrna, alimentadas por aire comprimido CO2 y que disparan proyectiles cinéticos y/o químicos irritantes de calibre .68.
En este punto destaco la adquisición de estas herramientas de trabajo pero que siempre deben ir acompañadas por armas de fuego como en todos los países que las implementaron hace años para que en el caso de extrema necesidad ante una escalada en la violencia por parte del delincuente el funcionario haga uso de su arma reglamentaria para evitar un daño para si o para terceros. Pero el motivo de la nota no son este tipo de armas “poco letales” (Less Lethal Weapon), sino más bien un reproche al poder político que en un intento de seguir haciendo lo políticamente correcto y a modo de manotazo de ahogado para tratar de quedar bien con la sociedad que reclama constantemente la falta de estrategias para combatir el incremento de la violencia e inseguridad en Córdoba, se valen de los mencionados estudiantes para atestar las calles de la ciudad con personal uniformado pero que todavía no son egresados, o sea, no son policías.
Esta decisión torpe y mal intencionada solamente puede tener como resultado hombres y mujeres que aspiran a ser policías y cuyas carreras podrían verse truncadas por un procedimiento mal realizado ya que aún no concluyeron su formación profesional. En este caso, serían juzgados administrativamente y se les podrían aplicar sanciones extremas como la cesantía de la escuela de policía, perdiendo los alumnos todo el esfuerzo y sacrificio no solo de ellos sino también de sus familiares, muchos de los alumnos son del interior y se forman en los anexos de la escuela de suboficiales, cobrando una misera remuneración que es destinada para que los alumnos se compren hasta sus propios uniformes, etc.
Pero lo mencionado no preocupa tanto como el mayor riesgo que implica exponer personal no policial uniformado y sin armas de fuego, frente a la posibilidad de un enfrentamiento armado con delincuentes. Recordemos que el mal viviente no tira con balas de goma, tira con plomo…
En mi carácter de abogado, instructor de tiro nacional con especialidad en tiro defensivo y de combate, y haber sido profesor en la materia equipamiento, tiro y manejo de armas en la escuela de suboficiales Gral. Manuel Belgrano de la Policía de Córdoba, creo estar a la altura de la situación y con los conocimientos necesarios para permitirme escribir esta nota con pretendida seriedad y con mucha preocupación por esos hombres y mujeres que un día deberán defender a la sociedad, y llegado el caso, a la Patria grande.
El tema es demasiado grave como para callarse ante esta canallada política que expone a los mencionados alumnos al riesgo de perder sus carreras policiales y, sin exagerar, perder también el bien más preciado del hombre que es la vida. El lector advertirá que no puedo disimular el enojo y desasosiego ante lo expuesto. Cuando las autoridades -en este caso los políticos en connivencia con los jefes policiales que hacen abuso del silencio al no poner límites ante descabelladas ideas olvidándose que los jefes se deben a sus subalternos como los subalternos a sus jefes… les recuerdo a las autoridades policiales que los aspirantes y cadetes son sus subalternos y que serán propia tropa, término que el actual ministro aborrece quién sabe por qué motivo-.
Citando a Alfonso X el Sabio, “los que dejan al rey errar a sabiendas, merecen penas como traidores”. Pues bien, no traicionen a sus inferiores permitiendo que los políticos abusen de sus poderes para quedar bien un rato con la sociedad que demanda justamente seguridad. Uds, saben bien que estas medidas solo traerán perjuicio y riesgo de vida para los futuros funcionarios policiales. Están a tiempo de poner freno a esta disposición arrebatada y carente de humanidad, que no sean los alumnos de la Policía de Córdoba la “sangre de cañón” y que de esta forma no pese sobre vuestra conciencia el tener que cargar por el resto de la vida con la responsabilidad de tener algún hombre o mujer caída por la imposición de una obligación que todavía no les corresponde.