En lo alto de las sierras, donde la vida es más lenta pero los sueños no se detienen, dos jóvenes decidieron amasar algo más que dulces. Lucila y Marcos, pareja, socios y soñadores, son los creadores de Los Chuncanos, un emprendimiento de alfajores que nació por necesidad, creció con esfuerzo y hoy se sostiene con orgullo y sabor propio.
Todo comenzó hace cuatro años en la cocina de su casa familiar. Lucila, estudiante universitaria, buscaba una manera de solventar los gastos de una carrera que, desde la distancia, se hacía aún más costosa. “Empezó como una forma de tener un ingreso extra. Pero con el tiempo, me di cuenta de que sola no alcanzaba, y ahí entró Marcos con su magia para los números”, cuenta Lucila a Mi Valle.
La cocina pronto se llenó de alfajores, bandejas, aromas dulces y sueños grandes. “Ya no sabíamos si vivíamos en una casa o en una fábrica”, recuerdan con cariño. Así nació Los Chuncanos, nombre que refleja su identidad serrana y el cariño por sus raíces.

El crecimiento fue tan natural como trabajado. Invirtieron cada peso, cada hora libre y cada gramo de energía en profesionalizar lo que había empezado como una alternativa. Hoy, Los Chuncanos tiene marca registrada, una etiqueta con diseño propio —que tardó tres intentos en encontrar su forma definitiva— y un espacio físico que está a punto de convertirse en la casa central: una pequeña fábrica en Paso de la Pampa, un paraje ubicado en San Clemente, donde el emprendimiento vuelve a estar cerca del hogar que lo vio nacer.“Somos el único emprendimiento del pueblo que ha tenido tanta continuidad y eso nos llena de orgullo”, aseguran.
Actualmente, sus alfajores pueden encontrarse en varios puntos estratégicos del Valle de Calamuchita. Están en la Vinoteca Divino Tesoro (Av. Ojo de Agua 40, Villa General Belgrano), en las sucursales de Ramona Delicias del Valle —los primeros en confiar en ellos—, en La Casita del Queso del Parador de la Montaña, en el Parador Paso de la Pampa y en San Cle Bar.
“Nos da felicidad saber que el producto que sale de nuestras manos llega a tanta gente. No es fácil, es mucho trabajo, pero también mucha satisfacción. Y lo mejor: estamos rodeados de gente que, como nosotros, también está empujando para crecer”resaltaron.
Así, con manos que amasan y corazones que sueñan, Los Chuncanos sigue su camino. Un camino que, como todo lo hecho en casa, tiene gusto a esfuerzo, identidad y tradición.
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