De esta manera se está viviendo la previa a las elecciones 2023, tanto para gobernador como para la intendencia local.
Desde hace semanas viene palpitándose lo que será la pelea electoral más importante de los últimos años a nivel provincial, y por ende local, debido a la ausencia (después de 20 años) de los referentes más fuertes del peronismo: Juan Schiaretti y José Manuel de la Sota, y de la vuelta a las urnas de Luis Juez (Juntos por el Cambio) en lo que se convertiría en su desquite personal pensando en las elecciones de 2007 donde denunció fraude de parte de Schiaretti.
Todo hace suponer un panorama distinto, de cambios y de posicionamientos. Lo cierto es que la política provincial no tiene líderes hoy por hoy y podría decirse que todos están en la misma posición; es decir, cualquiera de los de más exposición, con buena campaña y con astros a favor, puede quedarse con el sillón de la gobernación. A pesar de que muchos quieren autoposicionarse como “los elegidos” por la gente, no suben en las estadísticas y más allá de algunas notas periodísticas autosustentadas, no figuran entre los posibles.
El que se sostiene como precandidato a gobernador por Hacemos por Córdoba (aunque aún no fue refrendado por el presidente del partido: Schiaretti) es el intendente de la capital cordobesa, Martín Llaryora quien ya tiene pasacalles en varias localidades, entre ellas Alta Gracia. Sin dudas, el autor de esta movida local es el funcionario conocido como “Linterna Verde” (Pablo Ortiz), su discípulo hace muchos años, y quien tiene esta manera de jugar cada vez que hay elecciones. Pone carteles, tantea el territorio y luego decide. Incluso hoy hará una conferencia de prensa para anunciar su apoyo a Llaryora, algo que ya todos conocen pero que necesita reafirmarse según su mirada. Mientras tanto, está levantando el teléfono en el territorio departamental para ver cómo esta la cosa.
Lo cierto es que más allá de las posibles alianzas, las mediciones, los autoposicionamientos y las operaciones políticas que pululan en el día a día y que se acrecentarán a medida que pasen los meses, el peronismo tiene una jugada muy complicada tanto a nivel local como provincial. En lo local porque la aceptación de la actual gestión que conduce el menor de los Torres no es buena entre la gente (a pesar de las buenas intenciones y de lo que dicen las consultoras pagas), porque hay un sector del justicialismo que no se siente prepresentado y porque una elección provincial negativa podría repercutir aún más en esta estadística. En lo provincial porque, como ya dijimos, los eternos conductores ya no estarán y a pesar de que van a manejar una importante caja para posicionar al candidato, la ola amarilla nacional también podría tener sus incidencias en la provincia de Córdoba, sobre todo, cuando el líder no aparezca como candidato, más allá de que su foto seguramente será utilizada en las publiciadades para sostener el relato de gestión.
Mientras tanto…hay un Luis Juez agazapado esperando su oportunidad, pero hay miedo entre muchos de sus seguidores. ¿Podrá sostener su posición sin desviarse de los objetivos de grupo? Una personalidad cambiante hace peligrar esta seguridad y todos esperan para ver qué sucederá o qué alianzas podrían concretarse.