Si hay algo que caracteriza a los militantes de los globos amarillos es que todos, sin distinción, dicen que quieren “desterrar las viejas prácticas políticas”, y aseguran contar con propuestas “transparentes y alejadas de los vicios”.
Sin embargo, en varias localidades del Valle de Paravachasca los candidatos cuentan con listas plagadas de vicios que si bien no se hacen acreedoras de impugnaciones rozan lo que éticamente no estaría permitido. Uno de esos ejemplos es la que tiene a Natalia Contini a la cabeza en Anisacate.
A pesar de que esta localidad cuenta con 6715 sufragantes, la concejal de Juntos puso en su lista cuñados, madre e hijo y dos parejas de esposos; todos en diferentes posiciones pero formando parte de una sola propuesta. Sin contar que, además, hay una candidata hermana de otra persona que encabeza lista contraria. ¿Cómo votará esa familia?
Pero más allá de las diferencias internas con las que van a tener que luchar en cada seno familiar, esta acción bien puede formar parte de una decisión arbitraria que descarta la cuestión ética y las buenas prácticas políticas, o se aferra más a la necesidad de armar lista como sea a pesar de que los seguidores no alcancen para completar los lugares necesarios. Algo similar pasa con el mismo espacio en La Bolsa, en Dique Chico y otras localidades del Valle.
¿Debería existir una ley que prohíba esto? ¿O la sola razón de que alguien quiera comandar los destinos de una localidad debería ser más que suficiente para autolimitar este tipo de prácticas?.