En el corazón de una comunidad rural que se niega a quedarse quieta, la obra de la nueva escuela secundaria se convirtió en un símbolo de progreso, decisión política y trabajo articulado. Un proyecto que no solo responde a una urgencia edilicia, sino que marca un antes y un después en la manera de pensar el futuro del pueblo: modernizarse desde la educación.
La iniciativa —gestionada ante el Ministerio de Infraestructura y el Ministerio de Educación de la Provincia— nació como consecuencia de una realidad inevitable: el edificio escolar original, con más de 100 años de historia, ya no podía sostener ni la demanda actual ni la seguridad necesaria para estudiantes y docentes. Aquellas tres aulas, el laboratorio y el pequeño sector de dirección, construidos con estructura liviana, techo de chapa y paredes de fibrocemento, mostraron el límite de lo posible cuando una rotura de cañería dejó al descubierto serios problemas estructurales.
A partir de allí, comenzó un proceso que combinó informes técnicos, evaluaciones presupuestarias y decisiones de fondo: reparar ya no era viable; había que demoler y construir.



254 millones de pesos para una escuela nueva: una obra esperada y necesaria
Con fondos provinciales por más de 254 millones de pesos, la obra avanzó a paso firme. La municipalidad sancionó una ordenanza que habilitó un concurso de precios para seleccionar al constructor, y la empresa adjudicada —de la localidad de Despeñaderos— no solo asumió la obra, sino que incorporó a jóvenes del pueblo, generando empleo local y fortaleciendo el arraigo territorial.
“El proyecto contempla tres aulas nuevas, un laboratorio completamente equipado y un sector administrativo moderno, pensados para responder a las necesidades pedagógicas actuales. El plazo total es de 300 días, con un acta de replanteo firmada en septiembre; sin embargo, todo indica que la obra podría finalizarse varios meses antes”, contó a Mi Valle la secretaria de Gobierno Marcia Cuello; un dato que -sin dudas- alimenta la expectativa de la comunidad.



Desafíos técnicos y un equipo que empuja
Durante los primeros avances de obra, un estudio de suelo arrojó resultados poco favorables. Hubo que replantear fundaciones, mejorar el terreno y sumar tareas no previstas en el pliego original. Aún así, el ritmo no se detuvo. Arquitectos, técnicos, la empresa constructora y el equipo local lograron sostener el cronograma sin resignar calidad.
“Se armó un grupo de trabajo hermoso”, agregó Cuello celebrando también la articulación permanente con las áreas provinciales.
La emoción de un pueblo que mira hacia adelante
Para la comunidad, esta obra representa mucho más que ladrillos nuevos: significa tener una escuela segura, moderna y funcional, capaz de acompañar a las y los niños como así también a las familias por las próximas décadas. Significa también generar trabajo local, profesionalizar la infraestructura, y mostrar que un pueblo rural puede planificar, gestionar y crecer sin perder su identidad.
La modernización empieza por la escuela, y en este pueblo ya se dio el primer gran paso.