Mario Negri desempolva la capa y elige Santa María para iniciar su “operativo reconstrucción” del radicalismo

En política nadie vuelve por casualidad. Y cuando vuelve Mario Raúl Negri, vuelve con libreto, escenario elegido y actores convocados. Este sábado, en una casa muy simbólica de Despeñaderos —la de Iván Ruano, ex candidato a intendente y negrista desde el primer día— el histórico dirigente radical reapareció con un mensaje que sonó a advertencia y a relanzamiento: “Si el radicalismo quiere volver a gobernar, tiene que dejar de mirarse el ombligo y volver a mirar a la gente”.

No fue un asado cualquiera. Fue el inicio de un recorrido que huele a reconstrucción, a juntar los pedazos del partido en el interior profundo, ahí donde la UCR todavía respira aunque a veces no se note. Y Negri eligió empezar por Santa María. No es casualidad: un departamento donde conviven ciudades clave, dirigencias dispersas y una militancia que hace tiempo pide brújula.

Una mesa larga, muchos territorios y una señal política: Negri volvió al mapa

A la casa de Ruano llegaron referentes de Alta Gracia, Despeñaderos, Anisacate, Toledo, Rafael García, Malagueño, Monte Ralo y otros puntos de la región. Nadie habló de internas en voz alta, pero la pregunta flotaba: ¿Negri vuelve a jugar?

La foto respondió sola.

Entre los presentes estuvieron:

  • Legisladora Daniela Gudiño
  • Lucía Allende, concejal de Alta Gracia
  • Flavio Molgara, presidente de la UCR Alta Gracia
  • Leticia Luppi, tribuno de Cuentas de Alta Gracia
  • Chochi Molina, titular de la UCR Santa María
  • Omar Allende
  • Marcelo Vicente
  • Diego Bustos
  • y un puñado de autoridades partidarias y dirigentes territoriales que, si bien no hablan todos el mismo idioma interno, coincidieron en algo: Negri está de regreso y quiere que lo sepan.

Por si hiciera falta recordarlo, Ruano —el anfitrión— fue candidato en la lista sábana de 2019, un dato que algunos presentes remarcaron como señal de coherencia: el negrismo vuelve a caminar el territorio con quienes nunca se fueron.

El mensaje de Negri: menos ombligo, más calle. Negri no improvisó. Dijo lo que venía a decir.

Aseguró que su decisión de volver al ruedo tiene más de responsabilidad que de nostalgia. Y lanzó una autocrítica que hizo asentir a más de uno: “El radicalismo tiene que asumir con humildad que se alejó de la sociedad. Y que si queremos volver a ser una fuerza que ordene y convoque, tenemos que recomponer vínculos, escuchar más y hablar menos entre nosotros. La reconstrucción empieza de abajo hacia arriba, en cada pueblo y en cada comité”.

Fue un mensaje sólido, directo, pensado para hacer ruido dentro del partido.
No habló de candidaturas, pero habló de poder.
No habló de internas, pero habló de reconstrucción.
No habló del pasado, pero habló de futuro.

Ruano: “La reconstrucción empieza en el territorio”

El anfitrión redondeó la idea con un planteo que refleja el clima emocional de la dirigencia presente:
“La reconstrucción empieza en el territorio y no solamente en clave electoral. Hay que volver a encontrarnos, a sentarnos a hablar y a darle valor a cada comité, en cada ciudad y en cada pueblo”.

Para muchos, la frase fue más que una opinión: sonó a diagnóstico de época.

Santa María como primer capítulo

El dato político de fondo es que Negri eligió Santa María como punto de partida. El departamento condensa lo mejor y lo peor de la UCR actual: estructura, historia, intendencias alternadas, militancia viva… y también dispersión interna, silencios estratégicos y falta de un proyecto común.

Empezar acá es una señal. Seguir, será inevitable. El regreso de Negri: ¿gira territorial, reconstrucción o advertencia?

La reaparición de Mario Negri —con capa metafórica incluida— puede leerse de varias maneras:

  • como un llamado a la reconstrucción del radicalismo desde sus bases,
  • como un intento de recuperar centralidad en un partido que perdió volumen nacional,
  • o como el puntapié inicial de un mapa político que se viene rearmando.

Lo único seguro es que no fue un almuerzo más. Cuando Negri vuelve, no vuelve para mirar. Vuelve para mover. Y Santa María lo vio primero.