El Hospital Arturo Illia de Alta Gracia recibió recientemente dos ambulancias nuevas, completamente equipadas como unidades móviles de terapia intensiva. En diálogo con Mi Valle, su director, el licenciado Esteban Alves, dio detalles no sólo sobre este importante recurso, sino también sobre la realidad cotidiana del hospital, las urgencias, los recursos humanos y cómo se prepara el sistema sanitario para los meses más críticos del año.

—Licenciado Alves, ¿qué significa para el hospital la llegada de estas dos nuevas ambulancias?
Es un hecho inédito: es la primera vez que renovamos por completo la flota. Son ambulancias de alta complejidad, equipadas como unidades de terapia intensiva móviles, con monitores, sistemas de reanimación y todo lo necesario para trasladar pacientes en situaciones críticas. No son simples vehículos de traslado. Ya están en el hospital, pero antes de ponerlas plenamente en funcionamiento, realizamos todas las pruebas técnicas necesarias, tanto con choferes como con personal médico. No se puede cometer errores en una ambulancia.
—¿Con estas dos unidades consideran que están cubiertos en cuanto a traslados?
Sí. Manejamos una ambulancia activa y otra pasiva con chofer disponible, y con eso alcanzamos. En algunos casos, las obras sociales deberían hacerse cargo del traslado de sus afiliados, pero cuando vemos que eso demora o pone en riesgo al paciente, usamos nuestros propios recursos.
—En cuanto a la guardia, ¿cómo está funcionando hoy?
Por primera vez tenemos cuatro médicos generalistas fijos por guardia, más dos pediatras, cuando antes había uno solo. También sumamos nuevos cirujanos para que siempre haya cobertura, incluso en época de licencias. Incorporamos personal en todas las áreas: pediatría, neonatología, obstetricia, bioquímica, enfermería y trabajadora social. Es un cambio grande desde el ingreso del nuevo gobierno provincial. Hoy podemos cubrir licencias sin desatender áreas críticas.
—Ayer se vivió una situación de tensión en la guardia, ¿qué ocurrió?
Fue un día con muchas urgencias. Tuvimos derivaciones quirúrgicas a tercer nivel, intervenciones locales, camas frías ocupadas y mucho movimiento desde temprano. Las esperas se generaron con casos de menor urgencia, pero eso es lo que establece el sistema de triage. Prioriza la atención de emergencias reales. El resto, lamentablemente, debe esperar.
—¿Está colapsado el sistema, como algunos vecinos creen?
No. No hay colapso. Hay más demanda, sí, sobre todo porque el Gobierno nacional retiró programas esenciales como medicamentos, tratamientos para HIV, diabetes o cardiopatías. La Provincia está poniendo recursos propios. Pero con organización y esfuerzo estamos resistiendo.

—¿Cómo afecta esto a los pacientes con obra social?
Muchos terminan viniendo igual al hospital. Incluso teniendo cobertura, optan por el sistema público porque las clínicas privadas están muy complicadas o los costos son imposibles. Somos la última trinchera y nos preparamos para eso.
—¿Qué especialidades siguen siendo difíciles de cubrir?
Especialistas como pediatras o cardiólogos siempre son difíciles de conseguir. En pediatría logramos armar un gran equipo, pero cuesta. Por eso también impulsamos la formación de generalistas con capacidades ampliadas, capaces de resolver casos leves de diversas áreas.
—¿Está la población preparada para comprender el funcionamiento del triaje?
No siempre. Como psicólogo lo entiendo: un padre con su hijo con fiebre quiere ser atendido ya. Pero hay que entender que si no lo atienden, es porque hay un niño en estado crítico recibiendo atención. El triaje no minimiza dolencias, pero establece prioridades clínicas para salvar vidas.
—¿Y cómo se preparan para el invierno?
Viene la etapa de infecciones respiratorias. Ya reforzamos recursos, tenemos sistemas de alto flujo, nuevos profesionales y ambulancias equipadas. También apelamos al rol de la atención primaria en las comunas cercanas, porque si el primer nivel se fortalece, la guardia no se sobrecarga innecesariamente.