La Luthería como forma de vida y herramienta para el arte: “las guitarras las construyo a mano, doblo los arcos con agua y fuego”

Federico Giliberti es uno de los pocos Luthiers que tiene el Valle de Paravachasca. Vive en La Marianita (Anisacate) y si bien su arte es local, hace poco tiempo instaló allí su taller, ya que durante muchos años estuvo instalado en la ciudad de Córdoba.

La luthería es un arte muy antiguo. Sus orígenes se remontan incluso a la antigua Mesopotamia.  Cuenta la historia que hace 1200 años, el artesano que construía instrumentos musicales se le conocía como Hacedor de instrumentos, profesión que se consideraba unida a las de tañedor de instrumentos y maestro de danza. Ya en el siglo XVI, en España, esa profesión se le conoce como violero y guitarrero, posteriormente como lutero por asociación al luth o laúd, que era el instrumento más popular.

“En el 2017 empecé a construir mis propias guitarras, ya desde tiempo antes venía probando. Considero a la Luthería un oficio, mi trabajo es artesanal, las guitarras las construyo a mano, hay muy poca maquinaria que interviene en la construcción del instrumento, doblo los aros con agua y fuego y así como eso hay muchas instancias de construcción del instrumento que son muy artesanales. Las herramientas son casi todas hechas por los mismos artesanos. Es un oficio que está a disposición de los artistas, porque construimos la herramienta para que un artista componga o ejecute una obra de arte, que es la música”, contó a Mi Valle el artesano que además de su aprehensión de conocimientos de manera autodidacta se capacitó en importantes centros de estudio de la provincia.

Con el paso del tiempo el oficio se fue profesionalizando y hoy por hoy hay espacios donde acceder a ese conocimiento, “de hecho acá en la localidad de Anisacate doy un taller a través de la Universidad Popular dependiente de la Universidad Nacional de Córdoba; un taller de capacitación  que se logra a través del municipio”, cuenta.  

Giliberti estudió la tecnicatura universitaria en Hebanistería en la Universidad Provincial de Córdoba donde se recibió de Técnico Hebanista; y dentro de esa formación también hizo una diplomatura en la Universidad de Bellas Artes en Luthería.

La construcción de una guitarra –cuenta- demora aproximadamente 60 días porque toda se construye de forma artesanal. “Comenzamos con la selección de la madera, el diseño que quiere el cliente, el tipo de ornamentación que va a tener (cenefas o rosetas). Construyo también a mano toda la marquetería y por eso lleva su tiempo. Luego de la selección de las maderas que se van a usar para las guitarras (generalmente se utilizan para tapas armónicas maderas importadas como abetos europeos, pinos o cedros canadienses que son óptimas para el funcionamiento del instrumento, y el resto de la guitarra la hacemos en maderas nacionales: algarrobo., cedro misionero, nogal, guayacán, plátano, etc…) se las lleva al espesor (puede ir del milímetro y medio a 3) que va a tener cada elemento de la guitarra y comienzan a ensamblarse. Generalmente confecciono todas las partes. Hago los fondos completos, las tapas completas, los aros, el mástil listo y una vez que está todo listo comienzo a armar el instrumento en su totalidad”, explica.

Federico Giliberti forma parte además de una red, que se llama la Asociación Argentina de Luthiers y que de alguna forma vincula a los artesanos de instrumentos. Allí intercambian conocimientos e incentivan de alguna manera este oficio tan antiguo como necesario.

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