Hace 55 años se estableció en una escritura notarial en Guayaquil el descubrimiento en la selva ecuatoriana.
Fue un 21 de julio, pero de 1969, cuando en una notaría de Guayaquil se registraba un acontecimiento que cambiaría parte de la historia de Ecuador y que pondría en relevancia una maravilla ‘escondida’.
Exactamente fue en la notaría cuarta donde se presentó una escritura donde se asentaba la denuncia de un supuesto descubrimiento en las selvas orientales del Ecuador (luego se precisaría que fue al interior de las Cuevas de los Tayos): “[una] biblioteca de metal que contiene la relación cronológica de la historia de la humanidad; el origen del hombre en la Tierra, y los conocimientos científicos de una civilización extinguida”.
Hoy se cumplen 55 años desde que la Cueva de los Tayos comenzó a difundirse en el país aunque informes previos detallaban que por lo menos desde 1915 “se conocían sus peculiaridades visibles”.
La entrada principal de las Cuevas de los Tayos se sitúa al oriente de la cordillera de los Andes, en la cadena montañosa del Cóndor (provincia ecuatoriana de Morona Santiago), a casi un kilómetro del río Coangos. Es el hábitat de un ave nocturna llamada tayo, la cual da su nombre al sistema de cavernas.
La persona que presentó ese escrito fue Juan Moricz (Körmend, 1923 – Guayaquil, 1991), un apasionado por la antropología y lenguas antiguas, quien llegó en 1964 ya que estaba involucrado en las concesiones mineras.
Fueron los ahora llamados shuar, quienes le permitieron conocer el sistema de caverna, donde supuestamente se encontraba una biblioteca con láminas metálicas.
Antes de este hecho ya había sido revelado el descubrimiento al mandatario José María Velasco Ibarra el 24 de junio de ese año.
Aunque las cuevas ya eran conocidas por los shuar, el primero en legalizar un descubrimiento ligado a ellas fue Juan Moricz. Quien fuera su abogado y amigo, el doctor Gerardo Peña Matheus, asegura que el documento notarial de 1969 convierte a Moricz en el descubridor oficial de las cuevas.
La Cueva de los Tayos es un espacio que dentro del imaginario ecuatoriano esconde varios secretos, como se ha mencionado, habría existido una biblioteca metálica, así como también otra de cristal.
Ha tenido también a insignes visitantes como fue el astronauta Neil Armstrong, quien participó en las expedición británica de 1976.
Además el lugar ha sido punto para la filmación de documentales así como la creación de obras literarias. Una de las más recientes corresponde a la del escritor Álex Chionetti titulada La odisea de los Tayos, donde recoge sus experiencias como explorador y anuncia la posible existencia de una civilización americana muy anterior a las que se conocen.