Predominan los matorrales con arbustos y árboles jóvenes y las tierras cultivadas. Si todo el bosque nativo se concentrara en un cuadrado, este tendría de cada lado 43,2 kilómetros, la distancia que une a la Plaza San Martín de Córdoba, con el reloj Cucú en Villa Carlos Paz.
En las sierras de Córdoba sólo quedan 1.868 kilómetros cuadrados, o el 5,5 por ciento de este sector de la provincia, según un detallado estudio de investigadores de la Universidad Nacional de Córdoba (UNC). Los expertos proponen al menos alcanzar un porcentaje de cobertura del 20 por ciento.
Esta región es emblemática y vital para la provincia. En las sierras se “cosecha” el agua que bebemos y es el paisaje por el que vienen tantos turistas, entre otros beneficios para los cordobeses.
La superficie remanente de bosque nativo es el equivalente a 3,24 veces el ejido del departamento Capital. Si todo el bosque nativo se concentrara en un cuadrado, este tendría de cada lado 43,2 kilómetros, la distancia que une a la Plaza San Martín de Córdoba, con el reloj Cucú en Villa Carlos Paz.
“Nuestro mapa es un aporte significativo para avanzar en un ordenamiento territorial de las sierras. Hay un reclamo colectivo, urgente y necesario para lograr eso. También puede servir de base para el nuevo mapa de la ley de bosques nativos”, asegura Melisa Giorgis, una de las autoras del trabajo.
Ana Cingolani, otras de las investigadoras involucradas en el trabajo, explica que las principales amenazas para el bosque nativo son las especies invasoras, los incendios y la urbanización. Los otros autores del trabajo son Laura Hoyos y Marcelo Cabido, todos del Instituto Multidisciplinario de Biología Vegetal (Imbiv) de Conicet y la UNC.
El trabajo consistió en analizar imágenes satelitales de 2009 de toda la superficie por encima de los 500 metros sobre el nivel del mar. Luego se visitaron 792 puntos de las sierras para corroborar que lo detectado por las imágenes coincidiera con la clasificación asignada. Las especialistas aseguran que es muy difícil precisar cuánto bosque tenían las sierras históricamente. “Tenemos la certeza de que hace 50 años ya no había mucho. Se realizaron grandes talas para alimentar los hornos de cal. Una vez talado, el bosque se puede recuperar pero tarda mucho, sobre todo si hay incendios y pastoreo”, explica Ana.
Melisa cree que una parte de bosque nativo ya se había desmontado a principios de siglo 20. “Hay fotos de la zona del Río Ceballos en donde se ve que estaba incluso más pelado que ahora”, ejemplifica.
Y agrega: “El paisaje cambia pero a tasas de miles de años, lo que está ocurriendo ahora es que esos cambios se están acelerando por la gran frecuencia de incendios y las invasiones biológicas”.
Los autores definieron al bosque nativo como los sectores con más del 40% de cobertura arbórea con especies como molle, coco, tala y quebracho, con alturas de 3 hasta 15 metros.
Y agrega: “El paisaje cambia pero a tasas de miles de años, lo que está ocurriendo ahora es que esos cambios se están acelerando por la gran frecuencia de incendios y las invasiones biológicas”.
Los autores definieron al bosque nativo como los sectores con más del 40% de cobertura arbórea con especies como molle, coco, tala y quebracho, con alturas de 3 hasta 15 metros.
Ana explica que, a pesar de todo, los matorrales son ecosistemas muy diversos y que tienen “olor a monte” porque muchas de sus plantas son aromáticas. Pero, además, el 95% de los predios con matorrales que visitaron también tienen ejemplares bajos de árboles nativos. “Eso da la pauta de que el bosque tiene mucho potencial de recuperación”, asegura.
Para recuperar el 20% de las sierras con bosque nativo, las expertas creen que hay que crear áreas protegidas por el Estado y gestionarlas correctamente, y también generar acuerdos con los propietarios de predios para que conserven el bosque y sumen infraestructura para prevenir incendios.
LAS ESPECIES EXÓTICAS, EL PEOR FUTURO PARA LAS SIERRAS
Los matorrales también tienen árboles exóticos, los cuáles crecen más rápido que los nativos. “Las especies invasoras son el futuro de las sierras, si no hacemos algo ahora. Hoy solo cubren el 1%. En 20 años su crecimiento va a ser exponencial. También va a afectar a la ganadería, porque invaden y le quitan el valor productivo a la tierra”, señala Melisa.
Para Ana es una amenaza más grave que los incendios. “El fuego mantiene los matorrales que son ambientes diversos. En cambio, las exóticas reducen la biodiversidad en pocos años”, explica.
Para las especialistas es difícil frenar lo que ya está, pero el problema debería abordarse con urgencia. “Se podría promover el uso de exóticas como leña y dejar de usar el quebracho y algarrobo que son autóctonos. La clave es encontrarle un uso a estas especies invasoras”, explica Melisa.
EL MÚLTIPLE IMPACTO DE LA URBANIZACIÓN
Ana y Melisa aseguran que desde 2009 –cuando hicieron el primer relevamiento– hasta ahora lo que más avanzaron fueron las especies invasoras y la urbanización.
“La urbanización es un problema grave no solo porque se desmonta para construir. Con las casas y las personas vienen más especies exóticas, animales domésticos que atacan a la fauna local y aumenta la probabilidad de incendios”, explica Ana.
La urbanización y los cultivos avanzan sobre el piedemonte al este de las sierras. “En los sectores de las franjas más bajas donde no hay cultivos, es urgente planificar y ordenar la expansión urbana. El actual proceso, desordenado y acelerado está amenazando a la biodiversidad y los servicios ecosistémicos”, advierten en el trabajo.
EL BOSQUE SERRANO A MÁS ALTURA ES ÚNICO Y ESCASO
En Córdoba existen dos tipos de bosques, uno serrano-chaqueño y el otro subandino, con una flora vinculada a la que crece en la cordillera de los Andes. En este último las especies arbóreas principales son el tabaquillo y el maitén. Crecen por encima de los 1.700 metros, aunque algunos ejemplares pueden observarse en un piso de transición desde los 1.300 metros.
En Córdoba solo quedan 33 kilómetros cuadrados de bosques subandinos. Equivale a 30 veces la superficie del Parque San Martín y es el 1,6% de cobertura en el piso más alto de las sierras.
“Son lugares primordiales para conservar porque tienen especies, desde hongos hasta fauna, que solo están allí. El elenco de especies endémicas de la parte alta de las sierras es muy diverso y frecuente pero en una superficie reducida”, explica Melisa.
Ana asegura que tampoco se sabe qué tan boscosas eran las zonas altas de las sierras. “A principios del siglo 20 había mucha carga ganadera, incluso ovejas en lo que ahora es la Quebrada del Condorito. El tabaquillo es un manjar para los herbívoros autóctonos y para el ganado”, relata.
Las expertas proponen reducir al mínimo la carga ganadera en el suelo alto de las sierras y también pensar en la replantación como ya están haciendo científicos y ONG. Ocurre que estas especies no tienen una gran capacidad de dispersión por lo que tardan en ganar superficie.
“Los bosques de tabaquillo sólo están en Tucumán, Salta y Jujuy y en ningún otro sitio más. Pero, además, son distintos entre ellos. Son paisajes únicos de la Tierra”, asegura Ana.
Por Lucas Viano