Del desafío personal al éxito emprendedor: las pastas caseras de Ema en Alta Gracia

Alta Gracia tiene de esas historias que inspiran. Una de ellas es la de Ema Cianci, un emprendedor que encontró en la cocina no solo una pasión, sino también una manera de sostenerse y salir adelante en momentos difíciles.

Hace apenas dos meses Ema fue sometido a una delicada cirugía en la cabeza para extirparle un tumor. Hoy, mientras continúa su recuperación, se esfuerza día a día para mantener su proyecto en pie, impulsado por una motivación que va mucho más allá del trabajo: su hijo de 7 años, con quien comparte la crianza y que fue la razón principal por la que decidió mudarse a Alta Gracia.

“La idea de las pastas surgió en la pandemia, cuando todavía vivía en La Pampa. En ese momento lo empecé con la madre de mi hijo, y ahora en Córdoba trabajo con una vecina que me ayuda. Cocinar me motiva, me gusta mucho y le pongo todo el corazón”, cuenta Ema a Mi Valle.

Su emprendimiento se distingue por una premisa clara: pastas 100% caseras, sin conservantes, hechas a mano y con dedicación artesanal. Cada paso del proceso es cuidado, desde la elección de los ingredientes hasta el detalle de las recetas, muchas de ellas tradicionales, pero también con propuestas propias.

Entre sus productos, el más elegido por sus clientes es un verdadero clásico reinventado: los raviolones de vacío y mozzarella, estrella de la carta. También se suman otras especialidades como los ñoquis rellenos, que sorprenden por su sabor y textura.

“El ingrediente principal siempre es el amor y la dedicación. Para nosotros, caseras significa hacerlo en casa como si fuera para comerlo en familia. Todo sin máquinas, 100% a mano”, destaca.

Las pastas se elaboran en el día y luego se frizan para conservarse hasta tres meses. De esta manera, Ema asegura frescura y calidad en cada entrega.

Emprender en Alta Gracia, dice, ha sido una verdadera bendición:

“Acá vendo mucho más que en La Pampa, el público local fue muy empático y solidario conmigo desde el primer día. El apoyo que recibí me emocionó y me dio fuerza para seguir”.

Aunque aún no participó en eventos gastronómicos de la ciudad, su sueño es claro: abrir su propio local habilitado, donde pueda crecer y ofrecer cada vez más propuestas.

Su mensaje para quienes también quieren emprender es sencillo pero poderoso:

Si sienten que lo que hacen les gusta, sigan adelante, más allá de las altas y bajas que siempre hay. El esfuerzo vale la pena”.

Con cada pasta que prepara, Ema no solo alimenta a sus clientes, sino que también cocina esperanza, constancia y amor. Su historia es un recordatorio de que los sueños, cuando se trabajan con el corazón, pueden convertirse en realidad.

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