De los steps del barrio a un videoclip nacional: la historia de Camila que hoy brilla junto a Jorge Rojas

Hay historias que no se buscan: aparecen. Y cuando aparecen, te sacuden el cuerpo, el alma… y el algoritmo. Hace apenas minutos se estrenó el nuevo videoclip de Jorge Rojas, y entre miradas, movimientos y silencios que dicen más que mil palabras, una bailarina se roba la atención. Se llama Camila García. Y su historia merece ser contada.

Camila nació en la ciudad de Córdoba, vivió en Villa Los Aromos, y hoy reside en Alta Gracia. Pero su verdadero lugar en el mundo siempre fue el movimiento. El baile como lenguaje, la música como hogar, el cuerpo como territorio de expresión.

Baila desde que tiene memoria. Literalmente. Creció entre parlantes y coreografías improvisadas en el gimnasio de su mamá, donde la aeróbica era excusa y la pasión, destino. Hay registros familiares que la muestran bailando en steps, en actos escolares, vestida de Sirenita… como si desde entonces el escenario la estuviera esperando.

La formación llegó casi sin darse cuenta: a los 9 o 10 años comenzó el profesorado de danza —primero jazz, después clásico— y siguió explorando estilos, técnicas y lenguajes. No con la idea romántica de “vivir del arte”, sino con algo más profundo: la necesidad de no quedarse quieta. De crear, probar, desafiarse.

Camila es bailarina profesional, profesora de danzas y también docente de Educación Física. Un popurrí de trabajos y pasiones que se sostienen en un mismo eje: el cuerpo en acción. La música es su combustible diario. Vive con auriculares, limpia con canciones, piensa con ritmo. El baile es su cable a tierra, su refugio y su motor.

Y entonces llegó el mensaje. El inesperado. El que te cambia la semana… o la carrera.

Tras haber bailado nada más y nada menos que con Cristian Castro en febrero y participar en proyectos de tango en espacios emblemáticos como el Buen Pastor, Camila empezó a tejer contactos. Entre ellos, el productor audiovisual Louis Medina. Una cosa llevó a la otra —como suele pasar cuando el talento se cruza con el trabajo— y la convocatoria llegó: formar parte del nuevo videoclip de Jorge Rojas.

“Fue una locura hermosa”, resume Camila. Uno de sus primeros videoclips. Un desafío enorme. Miedos, inseguridades, autoexigencia. Pero también un equipo humano de primer nivel, profesionalismo extremo y un clima de respeto y calidez que se percibe en cada plano. Desde el propio Rojas —a quien define como atento, humilde y cercano— hasta sus compañeros de escena y producción.

En el clip comparte escena con Jonathan Martini, y el resultado está a la vista. Y aunque ella, como toda artista, se vea detalles y falencias, también reconoce lo esencial: la calidad del trabajo, la entrega colectiva y la emoción de verse parte de algo grande.

Su recorrido no se limita a los escenarios. Camila también es docente en la Escuela de Mónica Bossi, donde el día a día, las clases, los alumnos y los procesos formativos dejan huellas tan profundas como una gran presentación. Porque no todo lo que marca se aplaude: muchas veces se construye en silencio.

¿Y lo que viene? Mucho. 2026 asoma con expectativas altas, ganas renovadas y proyectos por multiplicarse. Más fechas, más videos, más baile. El doble o el triple, si se puede. Porque cuando el cuerpo encuentra su lugar, no hay forma de frenarlo.

Hoy, mientras el videoclip empieza a recorrer pantallas y redes, desde este rincón del valle celebramos algo más que un estreno: celebramos a una artista que creció bailando en el barrio y hoy se mueve, con la misma pasión, en una producción nacional.

A veces los sueños no hacen ruido cuando llegan.
Simplemente… bailan.