Ante la creciente demanda de viviendas comienza a surgir la lucha permanente entre la regulación del mercado y la especulación.
Quienes deben salir a buscar una vivienda para alquilar o renovar sus contratos, están viviendo por estos días situaciones muy complicadas.
Durante el último tiempo, la aceleración inflacionaria expuso como nunca la desigualdad en esta rama de la economía. Propietarios e inmobiliarias buscan “cubrirse” ante la frágil economía local, dejando desamparados muchas veces al sector más débil de la cadena: el inquilino.
En el año 2020 entró en vigencia la nueva ley de alquileres, algo que buscaba equilibrar la balanza entre el locador y el locatario, estableciendo entre sus puntos más destacados, la ampliación de contratos hasta tres años, los costos de sellado o gastos adicionales a cargo del propietario y principalmente la declaración ante AFIP del vínculo que une a ambas partes.
En el departamento Santa María, al igual que en el resto del país, se vive una realidad compleja. La falta de créditos inmobiliarios dificulta el acceso a la vivienda por parte de la clase media, empujando a un sector quien podría estar pagando su propia casa a disputar en el mercado de alquileres. Esta situación, entre otras, hace que los precios comiencen a tener una dinámica, arrastrado por la creciente inflación, donde sufren más las familias con ingresos más bajos.
Si bien en los últimos tiempos se habló en reiteradas oportunidades de modificar la ley, lo cierto es que hasta el momento no se presentó ninguna propuesta superadora a la que rige el mercado en la actualidad.
En el mercado local, la inmobiliaria Lizzi Propiedades, sostiene que en la oferta de Alta Gracia, “Un departamento de 1 dormitorio sin patio sale $60/65 mil por mes. Una casa, dos dormitorios, todos los servicios en Barrio Norte o Sur sale $100000 y una casa en Barrio Pellegrini puede llegar a los $160.000 x mes”, al mismo tiempo que agrega que con estos costos y los requisitos de garantías, hace muy difícil alcanzar esas condiciones para un sector muy amplio de la población.
En el caso de las comunas cercanas, la situación no es muy diferente, la Inmobiliaria Cobo Peral, por ejemplo, describe esta situación compleja, “los propietarios buscan actualizar los montos en menos tiempos, (hoy se actualizan cada año basándose en el porcentaje de inflación, salario e IPC) y los montos parten desde unos $60000 en adelante, es una situación compleja, donde ambas partes tienen razón”.
La evasión que nadie quiere ver
La nueva ley de alquiler obliga a los propietarios para que registren sus contratos en la AFIP, esto reduce la carga impositiva del inquilino, sobre todos, si este tiene que cubrir impuestos, sobre sus ingresos, como por ejemplo ganancia, pero lo cierto es que hasta el momento solo el 4% de los contratos vigentes está declarado.
Las inmobiliarias no son las responsables de esta declaración, aunque pueden oficiar como facilitador para sus clientes que están obligados a registrar cada operación, es por esto que la AFIP comenzó a cruzar datos de ingresos sobre los titulares de propiedades que perciben un ingreso no declarado.
Ante esta realidad compleja y con un índice inflacionario que supera el 100% en los últimos doce meses, está claro que el sector se encuentra movilizado, sin encontrar respuesta de parte del estado en ninguno de los actores. Hay determinadas acciones que intentan regular la situación, por ejemplo las que tomó el gobierno alemán, utilizando utilidades del estado para comprar viviendas y volcarlas al mercado de alquiler como fuente de regulación ante la creciente demanda, poniendo un techo a los precios; o también la reciente medida de las autoridades de Barcelona, quienes pusieron un cupo de cantidad de unidades para los alquileres diarios en plataformas digitales. Lo contrario pasa en la Argentina donde no se evalúan medidas alternativas.
Está claro que momento económico distorsiona cualquier parámetro, pero no se puede desconocer que siempre en esta puja se debe acompañar al sector que menos posibilidad de negociar tiene, siendo en esta realidad el inquilino, a merced de los vaivenes económicos y la especulación del mercado.